Puede que no sea tan beneficioso como el maíz ni enriquecedor como el oro del Potosí, pero podemos asegurar que sorprendió tanto como el guacamayo y las cataratas del Iguazú; nos referimos a la presentación en sociedad de la nueva maravilla Gabutti: el Gabuttidor Oscilante, obra de ingeniería industrial nacida del industrioso ingenio del Vikingo, documentalista y macgyver de la familia.
Pero primero lo primero, cronológicamente hablando, así que remontémonos al jueves 5, día (en realidad noche) en la que fuimos al Parque España a espiar como se comportaba nuestra Criatura en ausencia de sus Padres (por lo tanto no tan ausentes) y a deleitarnos con la creatividad (y prolijidad) de Luján Castellani, que con su muestra “El error y el amor” demuestra que una foto es más que una imagen bidimensional, es un objeto por sí misma y un elemento útil para conformar otros objetos, hechos todos con un buen gusto casi casi equiparable al de Fernet Gabutti, que por su parte se paseaba muy orondo sobre las bandejas de las mozas y mozos que amablemente circulaban por aquellos túneles semicirculares, para después fractalizarse en decenas de ávidas manos, bocas y torrentes sanguíneos.
Así pasó el jueves y llegó el sábado (los días pasan volando), con la feliz novedad de la culminación en tiempo y forma del Gabuttidor Oscilante, que llegó recién horneado (mejor dicho, recién pintado) desde el Taller de Odín (Obras del ingenio), para algarabía y asombro de quienes estábamos en ese momento en el Laboratorio Gabutti. Con la confianza que da saber que se cuenta con un as en la mano, partimos nuevamente rumbo al Parque España, esta vez con la Barra, y el documentalista, para acompañar al primer capítulo de Joven y efímero 2008. Se armó la Barra, subió la temperatura, se encendieron las luces, llegó la gente y se armó la noche en el Patio de los Cipreses, rodeados de coníferas, cajas (¿de pandora?) y piedritas, con vista al magnífico árbol dibujado por Sofía Wiñazki que brotaba al pie de un ventanal y se corporizaba en sus vidrios.
No pudimos menos que sentirnos regocijados al notar la sorpresa que trasuntaban los ojos de quienes veían, primero la Barra, rebozante de luces y gráficas, y luego al Gabuttidor Oscilante, que, bamboleando su precioso contenido y sirviendo deliciosos vasos, ocasionaba ocasionales “¡Ohh!”, “¡Mirá que bueno!” y exclamaciones por el estilo. ¡Otro triunfo del progreso!
¡Nos vemos el sábado 21 de junio en la Fiesta Gabutti! (el del fin de semana largo).