Parque España, El Aserradero, El Living, Barcelona, Librería Fedro (San Telmo)... no sólo estamos en lugares diferentes (en muchos aspectos), sino también en ciudades diferentes, ya que haremos nuestra presentación lejos de nuestra Rosario, pero cerca de la cultura y la bohemia, porque daremos unas vueltas por la porteñísima San Telmo acompañando a Gustavo D’Assoro, nuestro fotógrafo oficial, en la muestra Ciudad Histérica. Pero cortemos con la gran Tarantino y empecemos por el principio...
Viernes 11 de julio, 20 hs., Parque España, 2º capítulo de Joven y efímero: como bebida oficial del programa, allí estuvo la Barra de Fernet Gabutti con todas sus luces y colores, recibiendo al público donde nace el Túnel 3, con la satisfacción de poder colaborar en esta posibilidad que tienen estos jóvenes artistas de poder mostrar su producción. Fue una noche cálida (tanto por el clima como por el ánimo de los asistentes), con una muy buena concurrencia y muchos amigos de Gabutti. Dentro de la belleza y creatividad de todas las obras, queremos felicitar a Claudia Cortinez por su instalación “Gated Spaces”, encima además de ser una gran artista es una excelente persona, y un ejemplo de que no hay que confundir el gobierno de un país con la gente que lo habita (ésto a cuento de que Claudia es norteamericana).
Domingo 13 de julio, 21 hs., El Aserradero, cumpleaños de Valei: ¡la Familia Gabutti estuvo de fiesta!, y el que no fue ni le contaron, ya se lo puede imaginar, ¡mamma mía, qué fiestón!
Comenzó temprano, en solidaridad con la gente que al otro día trabajaba. En el centro de la escena se lucía el exquisitamente arropado maniquí de Melina, vestuarista de Gabutti, y al lado del escenario estaba instalada la Mesa de Gabutti (lo mismo que la Barra pero sin la susodicha), con las gráficas, las luces, los colores, y lo más delicioso, el Gabuttidor Oscilante presto y rebozante, tentando a las multitudes con su sensual bamboleo, como diciendo: ¡sírvete, bébelo, disfrútalo! (y le hicieron caso).
El Gabutti gratis corría a raudales por arterias, venas y vasos capilares (en los otros vasos duraba poco), la muchachada iba y venía, y entre abrazos y reencuentros, entre presentaciones y “¿cómo andás? ¡tanto tiempo!”, El Aserradero se llenó de bote a bote y estuvo listo para que inicie el show; bajaron la música y las luces, la homenajeada subió al proscenio y, entre aplausos y vivas, anunció el primer espectáculo de la noche: Mirta Susana.
La estatura artística de esta gran cantante supera la física, y eso es decir mucho; la emoción y calidad interpretativa que logra transmitir es cautivante, hecho casi religioso que quedó demostrado cuando la áspera suavidad de la voz de Mirta transportó a varias parejas hacia la pista a bailar los lentos que su gola desgranaba.
Cuando pudimos bajar de las nubes en las que dulcemente flotábamos, nos deslizamos hacia las tablas de El Aserradero para que Valei nos regalara una de sus mejores y más personales actuaciones, con remozadas versiones de esos tangos que tanto nos gustan (aunque “Tirala a la patota” sea todo un tesoro oculto); primero con la compañía del ilustrísimo “Perro” Méndez y luego del joven y virtuoso Charly Samamé nos dieron cátedra de arrabal, música y diversión.
Y cuando parecía que nuestra alma no daba más de tanto placer y que ya estaba colmada, una titanesca Carmina Burana anuncia la presencia del Nº 1, unos dedos en cuernos asoman a través del telón y aparece el Titán de la Canción... su presencia empequeñece el escenario, su potencia estremece los muros, la Guitarma láser encandila los ojos, su voz hace vibrar las fibras más íntimas de los que aman el rocanroll, dejando así a la impactada concurrencia, vibrando por ese zeppeliano “Rock and roll” con el que cerró el show. (¿A que se sorprendieron de que no hiciera ningún tema de Queen?).
Luego de tal espectáculo sólo quedaba bailar, hablar, reír, pasarla bien y seguir escabiando, hasta que los presentes se fueron yendo de a poco, incluyendo a la memoria fotográfica, incluso parecía que ya todo terminaba, pero lo que pasó después... ¡uh! “después, ¿qué importa el después?” reza la canción, pero lo que pasó después fue grosísimo, circando entre lo alucinante, lo bizarro y lo gabuttélico. Las alcohólicas brumas de mi cerebro me impiden ser demasiado específico, pero puedo asegurar que antes del fin tuvimos la posibilidad de presenciar las luchas del Titán con distintos retadores: primero El Parrillero, temible contrincante que munido de sus utensilios de laburo quiso achurar a nuestro Campeón (un aplauso para el asador local que se quedó hasta más allá del fin de la fiesta); inmediatamente se le enfrentó El Vikingo, mostrando todas sus mañas, todos sus músculos y todo su culo, en un parejo enfrentamiento puño a puño y toma a toma; como cierre de la velada apareció la Barra de San Nicolás, que representado por O’tero presentó batalla, aunque nos agrada decir que no hubieron heridos y contusos y que la sangre no llegó al Yaguarón.
Los que aun quedábamos de pie nos disgregamos por diferentes latitudes del mapa, con la alegría inundándonos el corazón y el Gabutti dando energía a las células; con mis últimas neuronas sobrias (o casi) recuerdo que algunos fuimos al Laboratorio Gabutti a terminar la noche y empezar el día, y allí pasamos varias horas de música, Gabutti, charla y...
Pero la vida sigue, y Gabutti no da resaca, así que seguimos dando vueltas en este loco tiovivo de la vida, tanto es así que el viernes 18 nos encontrarán nuevamente al pie del cañón (mejor dicho de la Barra), cuando en El Living festejemos con Fito su futuro casorio y la despedida del país de su futura esponsal, eso sin mencionar que el sábado 19 estaremos junto a Gustavo D’Assoro, fotógrafo oficial de Gabutti y uno de los referentes del grupo de fotografía rosarino La Colectiva, y a Nicolas Minacapilli en Librería Fedro (Carlos Calvo 578, San Telmo, Bs. As.), en la inauguración de la muestra fotográfica “Ciudad Histérica”.
¡Qué va’cer! Como decía una vieja canción hobbit:
“Aun detrás del recodo quizá todavía esperen
un camino nuevo o una puerta secreta,
y aunque hoy pasemos de largo
y tomemos los senderos ocultos que corren
hacia la luna o hacia el sol
quizá mañana aquí volvamos”
¿Cómo nos vamos a detener?
Encima nos gusta.