Después de días de trabajo forzado, peladuras de manos e insultos a, creo, todas las deidades del panteón, pudimos finalizar nuestra última gran obra maestra: la Barra de Gabutti para armar. La terrorífica patada al caballete, uno de nuestros más feroces enemigos, ha sido derrotada por esta creación que la ingeniería estructural nos ha proporcionado, y ahora sí, ¡ja, ja! nos reímos de los desestabilizadores. Y qué mejor lugar para inaugurar dicha proeza que ahí donde nacen los terremotos, en las propias entrañas de la tierra, en los túneles del Parque España. Y hacia allá fuimos, a plantar barra y banderas.
Con todo armado y dispuesto, las luces comenzaron a atraer a la gente que se acercaba para disfrutar del sabor de Gabutti y de la belleza y simpatía de Lucía y Luisina, nuestras barwomans de lujo, que aguantaron a pie y sonrisa firme toda la noctámbula jornada.
Cuando el centenar y medio de personas ya atestaban el pasillo, empezó la presentación dentro del Túnel 4 del programa Joven y efímero, lo que nos permitió tomarnos un respiro y un par de Gabuttis, mientras nos turnábamos para obsequiarnos el placer de oír la guitarra y la voz de Juan Ravioli primero y de Flopa después, acuciados por la incompatibilidad de poder deleitarnos con los recitales y Gabutti simultáneamente (no se puede ingresar con bebidas a la sala), aunque por suerte de la entrada se escuchaba bastante bien.
Qué se puede decir de una noche que tuvo de todo: amigos que nos siguen a todas las canchas (salen colectivos desde otras provincias), amigos que hacía vidas que no veíamos, amigos que vimos por primera vez en la vida... ¡amigable noche, amigos gabutteanos!
Para terminar a todo trapo, aprovechamos que la vernisage finiquitó a la medianoche para poder ubicarnos del otro lado del mostrador, ya que nuestro fotógrafo Gustavo D’ Assoro, además de acompañarnos cámara en mano en el Parque España, junto a sus compañeros fotógrafos de La Colectiva organizaron una festichola en El Living bien provista de Gabutti, y como buenos padres no podíamos dejar sola a nuestra criatura, así que tuvimos que estar allí, ¡qué vamos a hacer! Lo que pasó en El Living por favor que lo escriba otro, porque yo mucho no me acuerdo (estar de ese lado del estaño hace perder la memoria, parece), lo único que puedo asegurar es que hablé hasta por los codos y bebí hasta por las orejas. Nuevamente comprobado: Gabutti no da resaca.
¡Gabutti es Salud!